miércoles, 29 de julio de 2009






Mi trabajo está inspirado en el poema de Juan L. Ortiz: “Fui al Río”. Me llevó hacia el interior del ser humano; su alma, su esencia. Lo que es, lo que siente, lo que vive a cada instante; como eso varía dependiendo de las diferentes situaciones que le toca sobrellevar.
A veces se sumerge en la confusión de la oscuridad, al no ver salidas, perdido se lamenta, enredándose cada vez más en su angustia. Otras, sale airoso, creyendo ser un poderoso e inmutable ser ante la adversidad desafiante; para caer más tarde en la incomprensión del ser, del existir, del no entender,,, tantas cosas! que superan su limitado entendimiento. Y vuelve a ser tan humano, tan insignificante; viendo como su alma, su esencia, se deja llevar por los vaivenes de la vida, de un lado a otro.
Por momentos lo arrastra la corriente de la duda, ahogándolo por instantes que parecen interminables; luego resurge de las profundidades, mediante corrientes que lo abrazan llevándolo hacia la superficie apacible y confortable, donde flotando por agradables situaciones, vuelve a tener el control, o cree, que tiene el control de su vida.
El alma, de acuerdo con muchas tradiciones religiosas y filosóficas, se encuentra en los seres vivos. En esas concepciones, el alma incorpora el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable supuestamente a partir de la realidad material de sus partes. El alma es más sensible que el cuerpo, ya que está en un grado mucho mayor. El alma es la reguladora entre el
espíritu más y el menos del cuerpo. El alma es la conciencia del hombre.

Comencé este trabajo con un envase de tergopol, forma rectangular, de mediano tamaño. Mi primera idea fue decorarlo por fuera con ramas pequeñas de árboles, y pintarlas del mismo color que el envase. Esa idea surgió del poema de Juan L. Ortiz; donde habla de árboles y ramajes. Pero después, dejé la idea de lado pensando en pintar todo de negro representando la oscuridad y el misterio en que los pensamientos sumergen al ser humano; también para que resalte el contenido y la ventana que se me ocurrió hacer. Cuando hice la ventana, pensé en que cumpliera dos funciones. Una, poder ver a través de ella, significando el interior del hombre, poder ver dentro de él. En segundo lugar me pareció que quedaría bien que se pudiera leer el poema que usé como disparador, ya que refleja muy bien la idea que me dio al leerlo, además mi representación en la caja no se aleja demasiado de lo que dice el poema. Pensé en agregar más contenido escrito, pero descarté pronto la idea, ya que me hubiera alejado de la idea central, y quedaría muy recargado el trabajo. Luego busqué fotos sobre el río Paraná en Internet, hasta que encontré las que me gustaron, y las imprimí. Pegué una en el interior de la caja (envase), y la otra sobre la ventana. Las elegí porque tenían imágenes de árboles en atardeceres. Estas imágenes reflejan los atardeceres del alma, que a todos los hombres en algún momento de la vida les toca pasar; las penumbras llegan, y así como la noche, duran un tiempo; luego como todo pasan, dejando huellas, decisiones, recuerdos… en el centro de la caja ubiqué parte de un muñeco “sumergido” en papel celofán celeste, simulando aguas tormentosas. Puse solo un muñeco representando la soledad que el hombre siente ante la adversidad, por más acompañado que este se encuentre. Coloqué “ramas” de chocolate, dándole un poco de sabor dulce al trabajo; recordando que no todo lo que el hombre tiene que vivir es triste y amargo. La vida tiene muchos matices cálidos y felices que hay que saber disfrutar no dejándolos pasar de largo; son suaves suspiros de alivio y frescura como un chapuzón repentino en aguas calmas y seguras. Representando esto también rocié con purpurina celeste el celofán, y la caja por dentro y fuera, dándole tonos brillosos. Para darle un ambiente cargado de aromas a maderas y flores; le puse inciensos. Por último en una de las esquinas de la caja, instalé un mp4 con sonidos de aguas, acompañando a éstos, sonidos de instrumentos y de habitantes marinos. La música solo se puede escuchar en forma individual, ya que el trabajo trata del alma de cada individuo; y cada uno interpreta las vivencias en forma diferente, y vive situaciones diferentes. La idea es que uno mientras escucha los sonidos pueda transportarse a su interior, y leyendo el poema trate de discernir lo que le pasa y siente con las palabras de J. L. Ortiz.

Carla Frick

sábado, 18 de julio de 2009

Río Paraná
De Wikipedia, la enciclopedia libre

El Paraná es un
río de América del Sur que atraviesa la mitad sur del subcontinente y forma parte de la extensa cuenca combinada del Plata.
Esta cuenca recoge las aguas de la mayoría de los ríos del sur del subcontinente, como el Paraná, el
Paraguay, el Uruguay, sus afluentes y diversos humedales, como el Pantanal. Es la segunda cuenca más extensa de Sudamérica, sólo superada por la del río Amazonas.
La unión de los ríos Paraná y Uruguay forman el estuario denominado
Río de la Plata, donde el Paraná desemboca en un delta en constante crecimiento, producto de los sedimentos que aportan, principalmente, los ríos Paraguay y Bermejo.
Paraná es el
apócope de la expresión "para rehe onáva" que en idioma guaraní significa "pariente del mar" o "agua que se mezcla con el mar".

sábado, 11 de julio de 2009