miércoles, 11 de noviembre de 2009

TÉCNICAS CONTEMPORÁNEAS
TRABAJO PRÁCTICO 5 sentidos

“Era yo un río en el anochecer”

Carla Frick
Prof. Artes Visuales
Julio 2009



FUI AL RÍO...

Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
-¿Era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
J. L. Ortiz




Mi trabajo está inspirado en el poema de Juan L. Ortiz: “Fui al Río”. Me llevó hacia el interior del ser humano; su alma, su esencia. Lo que es, lo que siente, lo que vive a cada instante; como eso varía dependiendo de las diferentes situaciones que le toca sobrellevar.
A veces se sumerge en la confusión de la oscuridad, al no ver salidas, perdido se lamenta, enredándose cada vez más en su angustia. Otras, sale airoso, creyendo ser un poderoso e inmutable ser ante la adversidad desafiante; para caer más tarde en la incomprensión del ser, del existir, del no entender,,, tantas cosas! que superan su limitado entendimiento. Y vuelve a ser tan humano, tan insignificante; viendo como su alma, su esencia, se deja llevar por los vaivenes de la vida, de un lado a otro.
Por momentos lo arrastra la corriente de la duda, ahogándolo por instantes que parecen interminables; luego resurge de las profundidades, mediante corrientes que lo abrazan llevándolo hacia la superficie apacible y confortable, donde flotando por agradables situaciones, vuelve a tener el control, o cree, que tiene el control de su vida.
El alma, de acuerdo con muchas tradiciones religiosas y filosóficas, se encuentra en los seres vivos. En esas concepciones, el alma incorpora el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable supuestamente a partir de la realidad material de sus partes. El alma es más sensible que el cuerpo, ya que está en un grado mucho mayor. El alma es la reguladora entre el espíritu más y el menos del cuerpo. El alma es la conciencia del hombre.

Comencé este trabajo con un envase de tergopol, forma rectangular, de mediano tamaño. Mi primera idea fue decorarlo por fuera con ramas pequeñas de árboles, y pintarlas del mismo color que el envase. Esa idea surgió del poema de Juan L. Ortiz; donde habla de árboles y ramajes. Pero después, dejé la idea de lado pensando en pintar todo de negro representando la oscuridad y el misterio en que los pensamientos sumergen al ser humano; también para que resalte el contenido y la ventana que se me ocurrió hacer. Cuando hice la ventana, pensé en que cumpliera dos funciones. Una, poder ver a través de ella, significando el interior del hombre, poder ver dentro de él. En segundo lugar me pareció que quedaría bien que se pudiera leer el poema que usé como disparador, ya que refleja muy bien la idea que me dio al leerlo, además mi representación en la caja no se aleja demasiado de lo que dice el poema. Pensé en agregar más contenido escrito, pero descarté pronto la idea, ya que me hubiera alejado de la idea central, y quedaría muy recargado el trabajo. Luego busqué fotos sobre el río Paraná en Internet, hasta que encontré las que me gustaron, y las imprimí. Pegué una en el interior de la caja (envase), y la otra sobre la ventana. Las elegí porque tenían imágenes de árboles en atardeceres. Estas imágenes reflejan los atardeceres del alma, que a todos los hombres en algún momento de la vida les toca pasar; las penumbras llegan, y así como la noche, duran un tiempo; luego como todo pasan, dejando huellas, decisiones, recuerdos… en el centro de la caja ubiqué parte de un muñeco “sumergido” en papel celofán celeste, simulando aguas tormentosas. Puse solo un muñeco representando la soledad que el hombre siente ante la adversidad, por más acompañado que este se encuentre. Coloqué “ramas” de chocolate, dándole un poco de sabor dulce al trabajo; recordando que no todo lo que el hombre tiene que vivir es triste y amargo. La vida tiene muchos matices cálidos y felices que hay que saber disfrutar no dejándolos pasar de largo; son suaves suspiros de alivio y frescura como un chapuzón repentino en aguas calmas y seguras. Representando esto también rocié con purpurina celeste el celofán, y la caja por dentro y fuera, dándole tonos brillosos. Para darle un ambiente cargado de aromas a maderas y flores; le puse inciensos. Por último en una de las esquinas de la caja, instalé un mp4 con sonidos de aguas, acompañando a éstos, sonidos de instrumentos y de habitantes marinos. La música solo se puede escuchar en forma individual, ya que el trabajo trata del alma de cada individuo; y cada uno interpreta las vivencias en forma diferente, y vive situaciones diferentes. La idea es que uno mientras escucha los sonidos pueda transportarse a su interior, y leyendo el poema trate de discernir lo que le pasa y siente con las palabras de J. L. Ortiz.



Descartes define alma como cosa pensante opuesta a cosa "extensa".
Espinoza habla del alma como atributo y modo de la sustancia divina.
Lessing, como aspiración infinita.
Kant la califica de imposibilidad de aprehender lo absoluto.
Hegel dice que el alma es el auto desarrollo de la idea. . El espíritu, según Hegel, supera lo natural y se eleva hasta sí mismo en el proceso del autoconocimiento
Schelling la define como potencia mística.
Nietzsche, invención y ente imaginario del común de la gente, que ayuda a fortalecer las creencias falsas de la existencia de un dios o mas específicamente de "Dios".
Freud, como diferencia entre el "yo" y el "super-yo".
Jaspers la define como "existencialidad".
Heidegger, como "ser-ahí".


Los materialistas de los siglos XVII-XVIII (Hobbes, Locke, La Mettrie) piensan que lo espiritual es función de la materia altamente organizada, es resultado de la actividad práctica material, histórico-social de los hombres. La vida espiritual de la sociedad –conciencia social aparece como reflejo del ser social. Al mismo tiempo, influye de manera activa sobre éste, sobre la actividad práctica de la humanidad.



¿Cuál es el propósito del vivir?...

¿Cuándo el hombre se formula una pregunta así? Cuando internamente no ve con claridad, cuando se siente confundido, desdichado, cuando está a oscuras, cuando no percibe ni siente por si mismo la verdad de ello; entonces quiere saber cuál es el propósito de la vida.
Ciertamente, en tanto esté confundido, sólo podrá recibir una respuesta también confusa. Si su mente está perturbada, si no se halla realmente quieta, cualquier respuesta que reciba lo será a través de esta pantalla de confusión, de ansiedad, de temor; por lo tanto, la respuesta llegará desnaturalizada. Lo importante, pues, no es que se pregunte cuál es el propósito de la vida, sino aclarar la confusión que hay dentro de el. Es como un ciego que pregunta: "¿Qué es la luz?". Si trato de decirle qué es la luz, él escuchará de acuerdo con su ceguera, con su oscuridad; pero en el instante en que pueda ver, jamás preguntará qué es la luz. La luz está ahí. De igual modo, si puede aclarar la confusión dentro de si mismo, descubrirá cuál es el propósito de la vida; no tendrá que preguntar por él, no tendrá que buscarlo. Para estar libre de la confusión tiene que ver y comprender las causas que originan la confusión; y las causas de la confusión están muy claras. Se hallan arraigadas en el "yo", que está deseando constantemente expandirse mediante la posesión, mediante el devenir, el éxito, la imitación; y los síntomas son los celos, la envidia, la codicia, el temor. En tanto exista esta confusión interna, estará siempre buscando respuestas externas; pero cuando la confusión interna se haya aclarado, entonces conocerá el significado de la vida.


Estados de ánimo

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
Sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

M. Benedetti


Necesitamos aprender a pensar y prepararnos para vivir en un mundo de incertidumbres permanentes, es en este proceso donde hacemos énfasis en la riqueza del mundo artístico para despertar la capacidad de soñar y construir nuevas realidades, entendiendo los medios expresivos y la comunicación en sus distintos lenguajes. Lo que el arte tiene de distinto es su compromiso con el individuo en su propia y personal necesidad de expresión. El mundo simbólico del arte queda expuesto en su hacer comunicador a partir de imágenes, que surgen de manera única e irrepetible de acuerdo a cada experiencia de vida.

"Dentro de mi hay una tranquilidad, un santuario al que puedo retirarme siempre, y ser yo mismo"

No obstante, es este santuario interior el que puede proporcionarnos el consuelo que necesitamos cuando nos sentimos lastimados.
En un mundo que a veces resulta inseguro y alarmante, es importante encontrarse a gusto con uno mismo cuando se está solo y aprender a tener acceso a un sentimiento de seguridad interior cuando lo necesitemos. Aunque aislarnos de los demás no siempre resulta útil. Saber la forma de adentrarnos en nuestro interior no para lastimarnos, sino con fines curativos, puede facilitarnos ventajas incalculables y una sosegada sensación de tranquilidad.

“En cuanto a la Esencia, es lo más digno, es lo más decente que tenemos dentro de nuestro interior, la mismísima Conciencia.”


Cubos
Un día me despierto a las 5 de la mañana con toda la energía. Como si en el sueño me hubieran cargado cual batería. Algo habré soñado pero no podía recordar. Ese sueño estoy segura, me conectó con algo, alguien, algún lugar desconocido para mi consciencia pero que tocó una fibra muy profunda.
Salté de mi cama y corrí a mi estudio. Me encontré con un cubo. ¡Si, esto me va a servir!_ me dije….
Comencé a tallar el laberinto de.7 vías en el cubo. Estaba tan excitada.....
Sentía que era así, no plano. Que tenía que ser en 3 dimensiones.
Comencé, primero tímidamente con un lápiz y luego con un tornillo fui marcando la huella.
Cuando llegué al final del recorrido, Al “corazón”, noté que no había adentro ni afuera. Ya no era como en un dibujo que comenzamos en la periferia y vamos acercándonos y alejándonos del centro en una danza inconsciente hasta llegar finalmente al centro como meta.
En el laberinto tridimensional no pasa lo mismo, cuando llegué a lo que supuestamente era el centro, este se transformaba en el inicio del laberinto.
Y comencé un dialogo interno. Primeramente vi. que era muy loco lo que estaba pasando.
Pero no, no es loco, es así. Así es la vida, un continuo ir y venir. Nacer y morir. Cuando creemos que todo termina es porque estamos comenzando algo nuevo.
Todo es cíclico y así debe ser. La rueda de la vida.
Me fasciné. Y comencé otro. Esta vez más prolijo, sin estar tan atropellada por la euforia.
Traté de hacerlo más proporcionado. Ubicando todos los surcos a una distancia igual y llenando todo el cubo.
Me gustaba pasar mi dedo por ahí dejándome llevar por las huellas que yo misma había trazado.
Y esto abrió otro dialogo: Cuantas veces me habré quedado fascinada con situaciones de mi vida, que me dejaron huellas tan profundas, que volvía a repetir las mismas experiencias, sin dar lugar a la creatividad….Sin siquiera preguntarme que estaba haciendo…
Y surgió la necesidad de ir tallando otro y apareció la imagen del abismo. Cuando llegué a la cara superior del cubo, sentí que ahí no era el final. Y tomé una mecha y perforé el cubo hacia el otro lado. Miré a través y vi. que era así. Solo le faltaba algo. Era un ojo de Huracán y como tal había que hacer un embudo, y de ambos lados. Y así fue. La sensación de no poder parar como si el cubo y el laberinto me hubieran elegido a mi como catalizadora de su fusión. Y si me dejé ser el instrumento y mientras lo hacía sentía el placer de ser co-creadora. Cuando se hubo terminado disfruté nuevamente el recorrido con mi dedo. Lentamente, para no perderme en sus surcos caminaba con mi mente el laberinto.
Y ahí estaba mi vida entera…


Se dice que el artista es aquel que sabe expresar lo que hay en él y se dice también del filósofo que es aquel que responde a los porqués.
Yo no creo que esto sea exacto, porque la filosofía es la búsqueda de la verdad, la ciencia de la verdad. Lo mismo me parece que no se puede definir al artista como aquel que expresa lo que
hay en él. Hay muchas cosas en el hombre: odios, rencores, celos, nostalgias, amores, toda clase de pasiones, y no puede ser que la expresión de todo eso resulte automáticamente arte, porque entonces el demente tendría que ser considerado como el mejor artista, ya que sabe expresar menor que nadie lo que él siente.
El arte tiene que ser alguna otra cosa..... el arte es saber hacer pasar a través de una obra pintada, esculpida, una arquitectura, una música..... algo de lo que no muere nunca, del alma. Una obra de arte se vuelve eterna por ese algo indefinible que a pesar del transcurrir de los años, a pesar de las modas, a pesar del progreso de los métodos y las ciencias, a pesar de la multiplicación de los descubrimientos, hace que la obra permanezca; porque hay en ella una impronta inmortal, divina.
Pero basta con que el artista haga pasar su alma a través de su obra, porque el alma del artista, aunque incrédulo y ateo, es igualmente inmortal. Es inmortal, es espiritual; es una. Yo creo que allí está la causa primera de la obra de arte.
Si el contenido de la filosofía es lo verdadero, el del arte es lo bello. Lo bello es armonía y armonía quiere decir “altísima unidad”. ¿Pero quién sabrá componer armoniosamente los colores o los volúmenes si no es el alma del artista que está hecha a imagen de la unidad de Dios, su Creador?
Es el alma humana, reflejo del paraíso, lo que el artista hace pasar a través de su obra, y en esta “creación” , fruto de su genio, encuentra una doble inmortalidad; la primera está en él mismo, como para todos los hombres; la segunda en sus obras, a través de las cuales, en el correr de los siglos, se sigue dando a la humanidad.
El artista es el que, posiblemente, más se acerca al santo. Porque si el santo es capaz de dar Dios al mundo, el artista da, en alguna forma, la criatura más bella de la tierra: el alma humana.

Chiara Lubich (Trento, Italia, 1920) es la fundadora y presidenta del Movimiento de los Focolares.



Bibliografía: Internet, temas sobre el alma. Poesía: “estados de ánimo” de a M.
Benedetti. Wikipedia enciclopedia. J. L. Ortiz, selección poética, poema: “fui al río”. El alma del artista, febrero 2008: Chiara Lubich.

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